Me reservo tu nombre
-en el espacio insidioso de mis dientes-
para no decirlo, para no gritarlo,
para no borrarlo con esta piel aburrida
de brumas triangulares y grafitos ausentes.
Me reservo tu rostro
-en esta boca de tactos asonantes-
para no teñirlo, para no arrugarlo,
para no empaparlo de vientos suicidas
en cicatrices blancas con diamantes.
Me reservo tus ojos
-en esta cara de libélulas furtivas-
para no soñarlos, para no tocarlos,
para no gastarlos con desvelos azules
de insomnios volátiles y miradas perdidas.
Me reservo tu ausencia
-en los pasos andaluces que nos separan-
pora no sentirla, para no llorarla, para no calcarla
sobre las líneas abstractas de este sentimiento
que enciende ansiedades y luego las apaga.
0 Comentarios:
Publicar un comentario